Alguna vez, alguien me dijo: “No se trata del hacer; se trata del ser.” Estábamos hablando de las razones por las que existe gente que nos elige y nos hace participes de su vida.
Somos seres humanos, creaciones imperfectas, con errores, con pecados, con ausencias.
¿Qué factores nos hacen elegir a una persona?
¿Hay personas mejores y otras peores? O solamente existen seres con diferentes faltas.
Pienso que, no deberíamos confundir la empatía con el sentimiento.
¿Cómo vemos a los demás?
Existen maneras mas o menos favorables de presentarse ante el mundo. Pero, en definitiva, somos lo que somos y no otra cosa; aunque muchas veces intentemos encubrirnos detrás del maquillaje y sus variadas formas.
Somos nuestros propios sueños, somos la suma de las emociones contenidas por nuestra piel. Somos la memoria del pasado y los proyectos del futuro.
Somos, fuimos, y seremos. Y por todo aquellos, alguien nos ve y nos identifica como una unidad y elige servirse de todas las fracciones que nos componen, sin discriminar, las buenas y las malas. El cien por ciento de nuestro ser es el objeto de la decisión. Y no, como muchos pensamos, la actitud que demostramos frente a los demás. No somos lo que decimos ser, somos lo que no podemos ver sino a través de los ojos del prójimo.
Para bien o para mal.
Soy yo. Te veo. ¿Me ves? No sé quién soy pero todavía estás ahí, mirándome. ¿Me ves?
Me descubro a través de tus ojos y eso es solo una visión parcial. Quisiera contarte a vos, a todos, quién soy. Quisiera hablar conmigo misma y explicarme tantas cosas.
También quisiera contarte cuánto crecí, cuánto lloré, cuánto reí. Quisiera contarte que cada instante compartido me hace ser quien quiero SER. Quisiera aprender a mirar y no verme a través de otros ojos que no fueran los mios.
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