De amor y desconcuelo II

Una mano atrás y otra delante.
Algo de mí, todavía, intenta alcanzarte, inútilmente. Reducir el espacio vacío entre los dos, sacar del medio este interludio de dolor que nos ha nublado la existencia.
No ha salido bien el plan. En realidad, hace tiempo que, nada nos sale bien.

Mientras el tiempo desnuda noches interminables y soles cada vez más ácidos, en medio de esta barata soledad yo te llamo, te extraño, te pienso. Todavía, estás acá. Te llama mi ansiedad a cada rato. No encuentro paz.
Solamente digo tu nombre, solamente invoco ese recuerdo porque todo lo demás está infectado de lágrimas.

Si te quieres ir, te vas. Pero sabiendo que dejarás atrás un mundo destruido y lleno de rencores. Mi mundo, mi corazón, mi Fe, Una galaxia inmensa repleta de abrazos vacíos, de mentiras que nunca se olvidan. No hay olvido. No hay perdón. No hay palabras que puedan explicar este dolor que recibí sin merecerlo.

Me convenzo, cada vez más, con cada paso que das de que:
Si te olvido es para no odiarte; si te borro del mundo es para poder seguir caminando en él, con los pies en la tierra.

El vacío trajiste, de tu mano llegó. Supiste cómo arruinarlo y tirar todo lo bueno al tacho. Supiste, también, dar en el blanco justo, y en el último tiro mataste al amor que alguna vez te tuve.

Qué culpa puedo tener de la realidad, qué culpa cargo si la falta que cometiste nos mató a los dos. A mí, por mi amor, por cortarme las alas. A vos por negarte el amor, por negarte el desafío de aprender a vivir, de aprender a amar.

Como se pueda, a ciencia a incierta, siempre con un resto de errores pero intentándolo. Al fin, así es como se gana la guerra.

De nuevo, me pregunto, qué culpa tengo de tu cobardía, de tu renuncia pobre y resignada. Por qué tengo que cargar con esta condena. Llevo a cuestas un muerto, mi amor, el sueño de pasar el resto de la vida junto a vos. Solo eso me queda, una ilusión rota. Pues hoy entiendo que, quizás, he sido mucha mujer para tu antojo.
Tenías todo a tu favor, tengo que reconocerlo, sin embargo hoy, si te olvido es para no odiarte. Para algún día llegar a ser feliz. Ya que solo supiste causarme más heridas nuevas de las que tenía en aquel primer encuentro años atrás.