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Quizás

Puede parecer cuestión de locos leer tanto o escribir tanto. Sin más, cualquier acto compulsivo al que recurrimos para escapar del dolor. Quizás, la locura sea un vasto mar de preguntas y dudas negras que amortajan las ganas de vivir.
Las manos que abrazan el vacío solo pueden aferrarse al dolor. Así estoy yo. Aunque, por momentos, puedo escaparme de la monotonía agobiante y de la tristeza.
Una abstracción del presente no hace más que revivir a cada instante los tiempos de ayer. Por eso, pienso que, intento escapar muy seguidamente de mis propios impulsos por alojarme en el hotel de los recuerdos. Sin embargo, ellos parecen ser más fuertes y me vencen, generalmente, siempre durante el fin de semana. Tiempo cuando la quietud desgraciada del hogar me vuelve aún más desgraciada a cada minuto que pasa. De esta manera, dos días en la semana parecen ser infinitos. Quizás el destino los relegó para que pueda encargarme de mi dolor. Mientras que, el resto del tiempo, la adrenalina constante es mi mejor aliada y entonces vivo minuto a minuto como si nada pasar dentro de mí.
Durante la noche y su silencio, o mientras transcurre el fin de semana el dolor parece cobrar vida propia, como si antes no hubiera estado alojado en mi interior. Dicen que es cuestión de distracción; encontrar algo que hacer para no tener tanto tiempo muerto entre semana y semana. Salir con alguien, empezar algún curso, algo así, aconsejan.
Por el momento, me detengo a llenar paginas de un cuaderno completamente blanco y rayado. Leo historias cuando no estoy escribiendo la propia y también, me contento con ver historias de todo tipo y color. Todos intento de llenar un vacío que me está carcomiendo por dentro.
Mi esfuerzo es alejarme de ese mar de dudas negras que es el silencio, que es lo único que tengo además de un centenar de recuerdos y por cada uno de ellos, una lágrima que rueda por mi mejilla.
Todo el tiempo, intento ocultar el dolor debajo de la alfombra de la rutina y mis preguntas las despojo con alegato de desinterés. Cuando en realidad, yo sé bien que de nada sirve un interrogatorio sobre el tema pero aún así a cada instante levantaría el teléfono impulsivamente para allanar esta montaña de preguntas que laceran el sueño, la paciencia y la cordura. Creo que cualquier ser humano sentiría lo mismo en mi lugar. Salvo vos que parecer no ser humano y te vas y desapareces y sos un fantasma con el que sueño recurrentemente.
Por qué me pasa esto de forma tan inevitable.
Por qué no puedo solamente estar enojada y querer desterrarte de mi vida para siempre.
Qué tipo de lección es la que se avecina. Quizás la prueba sea aprender a perder lo que nunca hubiera querido perder y tener que entender que, aún así, la vida continúa y no puedo darme por vencida así nomás.
Quizás el vacío sea el derrumbe total de viejas estructuras. Y este, hoy por hoy, creciendo, mutando, madurando tal vez.
Me preocupa que esta forma recurrente de escribir la tuve ya antes, previa decisión - luego de meses de malestar – de ir al psicólogo
Quizás perder sea un retroceso, una pérdida en el tiempo evolutivo de mi vida y al mismo tiempo algo nuevo que se está gestando.
Quizás entre tantas palabras que escribo encuentre la respuesta. Sin pensar si te importa o no; sin pensar lo injusta que siento que es la vida.
Sin preguntarme, a cada rato, si algún día me voy a olvidar de vos.

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